por A.Tejada 
La “ideología del progreso” ha condicionado las actuaciones de la mayoría de los gobiernos que hemos tenido de Balaguer para acá, y ha sido así puesto que esa “ideología” cumple diversas funciones importantes en el sistema político.
Sirve un propósito de legitimación, pues a través de las obras, de la “modernización” del país, los gobiernos ganan capital político.
Sirve también propósitos de distribución de los recursos que capta el gobierno y, en países como los nuestros, contribuye a crear una clase política con recursos para apoyar la continuidad del régimen. El dinero que escapa por medio de contratas y prebendas, y que va a parar a manos de políticos, sirve de sustentación a numerosas aventuras.
A diferencia de Balaguer, que debió establecer un proceso de “acumulación” por medio de congelación de los salarios y austeridad, los gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana han optado por el financiamiento externo para suplir las necesidades de recursos.
A medida que la nómina estatal crece sin freno, y el costo de la deuda se hace más oneroso, los morados han acudido a dos formas: la limitación de obras por períodos de tiempo y los préstamos.
El endeudamiento no sería tan problemático si se estuviese invirtiendo en obras con retorno, pero coger prestado para programas sociales, y para convertirlos en humo, no es una política aconsejable.
Y lo peor de todo es que estamos gastando ahora lo que otros tendrán que pagar después sin haberlo disfrutado.
atejada@diariolibre.com
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