El general Pedro Santana ha sido una de las figuras más polémicas de la historia nacional. A continuación presentamos el capítulo Estreno de #ContraPunto en el que se aborda la polémica alrededor de la presencia de sus restos en el Panteón de la Patria.
Juan Bosch lo afirmó de manera contundente: “Juan Pablo Duarte tuvo el coraje de creer que en un territorio pequeño, deshabitado e incomunicado interior y exteriormente podía establecerse una república. Para creer eso era necesario tener una fe inconmovible en la capacidad de lucha del pueblo dominicano, y Duarte la tuvo”. Quien no la tuvo desde siempre fue Pedro Santana,
Rafael Lantigua nos habla de Duarte,los trinitarios y los mellizos Ramon y Pedro Santana.
Cuando Duarte viaja al Este ganando prosélitos para la causa independentista, a quien escoge para atraerlos a su proyecto es a los mellizos Santana.
Pedro nunca fue independentista. Fue separatista, pero siempre estuvo convencido de que el territorio dominicano necesitaba de la ayuda extranjera para sobrevivir frente a las continuas embestidas de los poderosos vecinos.
Hay que tener en cuenta que para la época Haití tenía 800 mil habitantes y la parte este, o sea nuestro territorio, sólo poseía 125 mil. Juan Bosch lo afirmó de manera contundente: “Juan Pablo Duarte tuvo el coraje de creer que en un territorio pequeño, deshabitado e incomunicado interior y exteriormente podía establecerse una república. Para creer eso era necesario tener una fe inconmovible en la capacidad de lucha del pueblo dominicano, y Duarte la tuvo”. Quien no la tuvo desde siempre fue Pedro Santana, quien al final terminó adhiriéndose a la causa que enarbolaban Los Trinitarios cuando supo que en el grupo estaba Francisco del Rosario Sánchez, debido a la relación casi familiar que existía entre ambos, a causa de la estrecha amistad entre Narciso Sánchez, padre de Francisco, y el progenitor de Pedro. “Si un hijo de Narciso Sánchez está en ese complot, yo me enrolo en el mismo”, dijo Pedro, sin avizorar ni remotamente las desgracias que haría caer sobre la familia Sánchez tiempo más tarde.
La verdad histórica no puede acomodarse. Lo cierto es que el país pequeño, pobre y sin ideales de entonces, no entendía eso de independencia. Los pudientes y cultos se burlaban de los filorios, el pequeño grupo duartiano que propugnaba por la liberación y la soberanía total. Y la gran masa llena de miseria, entendía menos.
La grandeza de Duarte, que no pocos niegan en tertulias bohemias, radicó precisamente en creer que la independencia era posible y que no era simplemente la separación de Haití por la que debía trabajar. Duarte tenía visión de futuro. Vuelvo a Juan Bosch y a su clarividencia conceptual: “Una cosa es tener una creencia y poner en ella toda la fe de que es capaz el alma humana y otra cosa es dedicarse a convertir esa creencia en realidad, y Duarte fue capaz de hacer esto último”.
Duarte tiene que hacer extensas reuniones con personas a quienes desea integrar a la conjura para separarnos de Haití y forjar una nación nueva. De hecho, su interlocutor principal en El Seibo es Ramón y no Pedro. Junto a Joaquín Lluberes que está asociado al ideal trinitario, conversa largamente con Ramón Santana para convencerlo, y lo convence. Pero, cuando Duarte sugiere nombrarlo coronel de las fuerzas independentistas en El Seibo, Ramón le solicita que nombre a Pedro que es el experto en las armas, y así es como Pedro –dubitativo por lo que busca Duarte- termina incorporándose a la lucha trinitaria.
El general haitiano Charles Herard se entera de lo que viene tramándose en la parte este –recordemos que aún no éramos “dominicanos”- y mientras Duarte, Pina, Juan Isidro Pérez y Sánchez logran ocultarse, los hermanos Santana son apresados en el hato de El Prado, y luego trasladados a Santo Domingo con el fin de encarcelarlos en Puerto Príncipe. Pero, los mellizos Santana son hombres arrojados y cuando las tropas de Herard le llevan presos hacia Haití, mientras pernoctan en Baní, específicamente en Matanzas, ambos logran escaparse y no hubo forma de que persiguiéndolos tenazmente por los montes las tropas haitianas dieran con ellos. Venciendo dificultades, lograron llegar de nuevo a su casa, en El Seibo.
Duarte por su lado, con un grupo pequeño pero que va acogiendo adeptos, y los Santana por el suyo, con el poder que les da su nombradía familiar y su hacienda, luchan para librar nuestro territorio del gobierno haitiano.
La historia hay que estudiarla situándonos en la época en que se desarrollan los acontecimientos. No hay otra manera. Los líderes –todavía Duarte no lo es del todo, es un joven revolucionario que batalla para crear conciencia de nación libre e independiente “de toda dominación, protectorado, intervención e influencia extranjera”- viven creando fórmulas para eliminar la presencia haitiana en nuestro territorio.
El plan Levasseur puede aguar la fiesta. Sánchez, auxiliado por Tomás Bobadilla, cuya cultura sobresalía en aquella sociedad, prepara el “Manifiesto de la parte Este sobre las causas de separación de la República Haitiana” que firman con su sangre todos los integrantes del movimiento independentista duartiano, incluyendo los mellizos seibanos. Y en el silencio de las diez de la noche del Santo Domingo de entonces, la Puerta de la Misericordia sirve de escenario para reunir a los conjurados y en el baluarte de El Conde se produce el hecho fundacional de la República Dominicana, cita a la que no acuden todos los que firmaron con sangre el manifiesto aludido –tal la duda existente sobre el éxito de esta tarea- pero sí los Santana que en El Seibo son los primeros –después de los habitantes de la villa de San Carlos- que respaldan la proclama y reafirman su apoyo a la causa. En pocos días, se unirán Moca, La Vega, San Cristóbal, San Francisco de Macorís. Los demás pueblos van incorporándose a lo que sus propios habitantes desconocen formalmente que es el nacimiento de la nación dominicana.
El nuevo país prepara sus milicias que van llegando de Haina, de San Cristóbal. Y por supuesto de El Seibo, donde los mellizos Santana logran que todos los ganaderos del este aporten carne de vaca abundante y ofrezcan en donación sus equinos para conformar el nuevo ejército, al tiempo que la Junta Gubernativa con Bobadilla a la cabeza (Sánchez, Mella, Manuel Jiménez, Joaquín Puello y Remigio del Castillo son los demás componentes. No olvidemos que Duarte está exiliado) comienza a tomar control de la situación y a exigir la “pura y simple” capitulación haitiana. Hasta aquí todo va bien.
Tomado de Diario Libre.