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Cultura y Sociedad

Cuando veo la lluvia caer

¡Cuántos recuerdos, cuantas nostalgias! nos trae la lluvia. No olvido las lluvias de mayo en los ranchos de tabacos del abuelo, todos se iban al avistar la llegada de los chubascos en las vespertina nubes. Algunos nos quedábamos a discreción para consumar citas amorosas con alguna que otra jovenzuela en los nidales del rancho.

Dicen “recordar es vivir” Estas cosas de aquellos años juveniles las recuerdos, cuando de tarde en tarde veo la lluvia caer.

Oleo pintado por el artita plastico dominicano Miguel Nunez, coleccion «Camino al corazon de la Isla» I

 

Domingo Antonio Nuńez Polanco

Sentado ante mi escritorio de trabajo, no podía pensar y poner mi atención en otra cosa que no fuera la intensa lluvia que estrepitosamente se desparramaba, este medio día en la capital de la República.

Ver video: Hacer clic en el siguiente enlace:

https://www.facebook.com/domingoantonio.nunezpolanco/videos/10209490878067127

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Cuanto disfruto la lluvia cuando la veo caer desde el cielo gris blancuzco y nubloso y precipitarse en los arbustos alrededor y correrse sobre las raíces a flor de tierra, en cada rama, en cada hoja. Veo atreves de la luz que se proyecta entre los espacios ramificados de la exuberante anacahuita, como se forma ese gran y hermoso espectro de luz fantasmal atreves de la brisa, y el tímido viento que vacilantemente sopla en todo el derredor que luce nublado, tranquilo y misterioso. Todo eso es lo que imagino, mientras ensimismado escucho la lluvia caer.

Si, la lluvia me hace sentir un dejó de nostalgia. Cuantos recuerdos, cuantas añoranzas de mis tiernos años por allá en mi Sabana del Puerto querido. La yegua ceniza del abuelo, que apuro pedirle nos dejaba montarla «tengan cuidado con está potranca no lo tire a tierra» no lo niego algunas veces saboreamos las húmedas tierras de la campiña del abuelo.

¡Ay! Ahora me asalta el recuerdo de las adolescentes que besuqueamos en las veredas del camino al río a buscar agua en el burro que Diomedes le puso por nombre barrancoli por lo chico del burrito. A barrancoli papa lo había comprado por la vuelta de la Cueva de Cívico.

¡Cuántos recuerdos, cuantas nostalgias! nos trae la lluvia. No olvido las lluvias de mayo en los ranchos de tabacos del abuelo, todos se iban al avistar la llegada de los chubascos en las vespertina nubes. Algunos nos quedábamos a discreción para consumar citas amorosas con alguna que otra jovenzuela en los nidales del rancho.

Dicen “recordar es vivir” Estas cosas de aquellos años juveniles los recuerdos, cuando de tarde en tarde veo la lluvia caer.

Domingo Antonio Nuñez Polanco

18 de agosto de 2018

Domingo Nuńez Polanco

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