Desde su llegada a la República Dominicana y dar inicio a su labor educativa, se vio enfrentando en permanentes polémicas con los que rechazaban sus iniciativas para dotar el país de una instrucción pública racional que privilegiaba la razón y la ciencia, negadora de los dogmas religiosos, y la memorización como método de aprendizaje.
Rodeado desde temprano por una legión de discípulos y seguidores que fue creciendo con el tiempo, el enfrentamiento contra la vieja escuela de la tradición religiosa-educativa dominicana no se hizo esperar, siendo la discusión de la Ley General de Estudios del 29 de agosto de 1884 la coyuntura en la que se debatieron las propuestas que perseguían el establecimiento de un sistema educativo, basadas en la instauración de la Escuela Normal y el Instituto Profesional; este último fuente de lo que hoy es la Universidad Autónoma de Santo Domingo.
En ese período en que trataba de hacer realidad su proyecto de bien social, Eugenio María de Hostos argumentaba que la única forma posible de ayudar a sacar el país del atraso era si se establecía “un orden racional en los estudios, un método razonado en la enseñanza, la influencia de un principio armonizador en el profesorado, y el ideal de un sistema superior a todo otro, en el propósito de la educación común”. Pero para eso se hacía imprescindible “formar un ejército de maestros que en toda la República, militara contra la ignorancia, contra la superstición, contra el cretinismo, contra la barbarie”.
La Ley General de Estudios fue aprobada el 28 de septiembre de 1884. A partir de ella se crearon las Escuelas Normales, se reabrió la Universidad con el nombre de Instituto Profesional, y muy pronto fueron graduándose los maestros normalistas que necesitaba la nación para conformar una estructura educacional sólida, permanente y duradera.
Lamentablemente en 1888, con la instauración de la dictadura de Ulises Hereaux, Hostos fue perseguido y obligado a salir hacia el extranjero. Perseguidos sus discípulos y la educación en las manos de sectores conservadores, los doce años de dictadura facilitaron el impulso de una contrarreforma en la instrucción pública que barrió con los adelantos logrados a través de la Ley de 1884. El gobierno promulgó la Ley General de Instrucción Pública No. 3548 de 1895, con la que se alteraron los programas y se cambió el nombre de Escuela Normal por el de Colegio Central.
Cuatro años después, el 26 de junio de 1899, mediante la Ley General de Estudios 3877, el gobierno profundizó la contrarreforma, introduciendo asignaturas como Religión y Moral, Latinidad e Idioma en los Colegios Centrales, y se suprimieron las asignaturas Moral Social, Elementos de Sociología y la Economía Política.
Muerto el dictador el 26 de julio de 1899, su régimen llegó a su fin el 25 de noviembre, estableciéndose un gobierno liberal encabezado por el comerciante Juan isidro Jimenes como presidente y el general Horacio Vásquez como vicepresidente de la República. Los jóvenes seguidores de Hostos reanudaron sus esfuerzos para impulsar la Escuela Normal y las conquistas educativas contempladas en la Ley general de Estudios de 1884.
Tal como lo explica Luis F. Mejida, los hostosianos acudieron de inmediato a la lucha política “y quisieron ensayar, sin unidad de acción, sin plan preconcebido, ni método practico, sus conocimientos de Derecho Constitucional enseñado por su maestro. Para predicar y defender sus principios utilizaron la catedra, la tribuna, la prensa y el libro”. Con ese fin, lograron establecer vínculos con “los hombres de acción del 99”. Tanto en el gobierno de Juan Isidro Jimenes iniciado en 1899 como en el de Horacio Vásquez, que se inauguró en abril de 1902, los normalistas tuvieron importante influencia en la toma de decisiones relacionadas con la educación dominicana.
Con el final de la dictadura surgieron en la República Dominicana gobiernos que eran más tolerantes con las ideas. Entonces se reclamó la presencia de Eugenio María de Hostos, quien llegó al país en 1900, siendo nombrado de inmediato como Inspector General de Instrucción Pública, lo que fue rechazado por sectores vinculados a la Iglesia y a políticos conservadores que eran señalados por los hostosianos como seguidores del desaparecido partido baecista.
El Proyecto de Ley de 1901
Para ese fin, la estrategia del nuevo Inspector de Instrucción Publica y sus seguidores, fue la de introducir en el Congreso un nuevo proyecto, el 10 de junio de 1901, para una vez aprobado, rescatar la educación pública de la República Dominicana. Le tocó a Pelegrin L. Castillo, quien formaba parte de la juventud seguidora de Hostos y era diputado en el Congreso Nacional, introducir en la Cámara de Diputados el Proyecto de la Ley General de Enseñanza Pública, aclarando que el referido texto había sido redactado por el propio Eugenio María de Hostos.
Esto provocó de inmediato una encendida polémica al interior del congreso, debido a que Rafael Castellanos, diputado-sacerdote que había sido antes secretario del arzobispo Meriño, y era tenido como radical opositor a que se restablecieran las escuelas normales, se opuso a la introducción del proyecto bajo la argumentación de que Hostos no tenía “calidad ninguna para dirigirse en el ejercicio de sus funciones al Congreso”. Y en su razonamiento opositor explicaba que de admitirse ese “precedente—decía—tendríamos que hasta los extranjeros, (como en este caso) gozarían del derecho de iniciativa en la formación de las leyes”.
El proyecto de ley presentado en el Congreso Nacional fue remetido a una comisión para ser estudiado, integrada por los diputados Rafael Justino Castillo y José Dubeau, quienes eran radicales defensores de las ideas de Hostos y por Rafael C. Castellanos, que como dijimos antes era vocero de la Iglesia y opuesto a la reforma que se quería introducir.
Entre las principales propuestas del Proyecto de Ley de Instrucción Pública se encontraban la supresión de los Colegios Centrales establecidos durante la dictadura de Lilís; la creación de las Escuelas Superiores y las Juntas de Estudios, así como también el restablecimiento de las Escuelas Normales y de las Escuelas elementales y graduadas de la enseñanza primeria y secundaria.
Además, el proyecto contemplaba la creación del kindergarten, los jardines de niños en la ciudad de Santo Domingo, así como una Escuela de Bachilleres en la capital de la República. Por igual, dejar establecidos los Consejos de Vigilancia y recomendaba la apropiación de los fondos destinados por el Estado para la instrucción pública, de modos que se pudiera garantizar el uso apropiado de los recursos, lejos de las manos de los funcionarios del gobierno.
A estas propuestas presentadas en la Comisión designada por la cámara de diputados, el padre Rafael Castellanos hizo una contrapropuesta que incluía: el restablecimiento de la Universidad con capacidad para expedir títulos académicos desde el bachillerato hasta el doctorado; la conservación de los dos Colegios Centrales existentes, así como el Seminario Conciliar. Además, la propagación ilimitada de escuelas de enseñanza primaria para personas de ambos sexos.
El debate que se producía en el Congreso llamaba la atención de la sociedad, especialmente en sus niveles más instruidos, pero no dejaba de ser parte también de la preocupación de sectores mantenidos en la pobreza y alejados de los pocos centros urbanos existentes en el país. Estos, muy vinculados a la fe cristiana, fueron presas fácil de la manipulación religiosa y se mantuvieron apegados a las líneas bajadas desde la Iglesia católica, la que venía pronunciándose contra la educación hostosiana desde los años ochenta del siglo xix. De modos, que lo que estaba ocurriendo en torno a la propuesta de nueva reforma educativa en 1901, tenía muy frescos antecedentes en la polémica suscitada por la Ley General de Estudios de 1884.
Antecedentes del debate de 1901
Diez y siete años antes, Hostos y sus seguidores se vieron compelidos a tener que enfrentar las críticas y el rechazo de los sectores conservadores, que se oponían al establecimiento del sistema educativo racional. Sus ideas a favor de la República estaban centradas en su convicción de que era “absolutamente indispensable establecer un orden racional en los estudios, un método razonado en la enseñanza, la influencia de un principio armonizador en el profesorado, y el ideal de un sistema superior a todo otro, en el propósito mismo de la educación común”.
Sus planes y conceptos normados por ideas positivistas, encontraron opositores de mucho poder social, religioso y político, que lo acusaron de promover una “educación sin Dios”, cuando en verdad perseguía establecer una metodología que desechara el aprendizaje memorístico y privilegiara el uso de la razón y la practica en el aprendizaje, y aunque su proyecto educativo pronto comenzó a dar sus frutos, los que se les oponían no descansaban en entorpecer su aplicación. En esa ocasión cuando se discutía la Ley General de Estudios de 1884, el sacerdote Fernando Arturo de Meriño, que había sido dos años antes presidente de la República y en ese momento ya era arzobispo de Santo Domingo, remitió al Clero y Arzobispado, una comunicaron en la que exhortaba:
“Y precisamente vosotros comprendéis cuanto importa que hoy más que nunca nos mantengamos estrechamente agrupados con un santo celo evangélico para defender el depósito de la fe cristiana, las instituciones religiosas y los principios salvadores de la sociedad, contra todo los cual se nos viene encima armada de sofismas y no ya ocultándose sino por en medio de la plaza pública y alzada la visera la moderna impiedad que ni quiere dogmas, ni culto, ni autoridad, ni Dios! Y que pretendiendo fundar una moral sin necesidad de esto, sino destruyendo el espíritu cristiano, enseña a la juventud irreflexiva en frases de brillante artificio, doctrinas funestas por contrarias al orden natural y legítimo de la familia y de los Estados”.
Para ese año gobernaba la nación el presidente Francisco Gregorio Billini, una personalidad muy vinculada al sistema educativo tradicional y a la Iglesia Católica, por lo que Merino refería satisfecho los vínculos mantenidos con este, como una forma de impedir el progreso de la escuela fundada por Hostos.
“Pero nosotros, queridos hermanos, tenemos a nuestro favor circunstancias especiales (….). Primeramente contamos con el respeto que el Gobierno de la República ha profesado siempre a la religión verdadera; (…), con el apoyo moral que en todo tiempo ha prestado a la Iglesia; con su adhesión constante a la Santa Sede y con su veneración al Vicario de Jesús Cristo (….). Nos ofrece también como gaje de mayor garantía, la presencia en el poder ejerciendo la primera magistratura, de un hijo de nuestros afectos, nutrido y edificado en la piedad religiosa por madre modelo de virtudes cristianas”. Son notables en esas palabras los poderes con los que se estaban enfrentando Eugenio María de Hostos y sus discípulos, al momento en que se reanudaron los debates relacionados con el proyecto de Ley de instrucción pública de 1901.
Hostos y su proyecto de reformas
La polémica en torno a la nueva Ley general de estudios fue una reedición de la de 1884, aunque con nuevos bríos. El texto de reformas presentaba aspectos que lo alejaban de aquella, haciéndola más actualizada y adaptada con la nueva situación que se estaba viviendo a partir de la muerte de Lilís. Pero en sentido general, la discusión resultaba más lastimosa para Eugenio María de Hostos, quien lo había dejado todo para regresar a colaborar con la que consideró su segunda patria, pues muchos de los ataques que se le hicieron estaban centrados en lo personal.
Innumerables documentos y escritos, muchos de ellos aparecidos en la prensa nacional de entonces así lo demuestran. Es suficiente con leer las cartas pastorales de Monseñor Meriño, y los escritos del sacerdote Alejandro Adolfo Nouel rechazando las ideas educativas de Hostos y los artículos aparecidos en la prensa firmados por Pelegrín Castillo y Rafael Justino Castillo, en 1901, defendiendo los aportes de quien se consideraban sus discípulos, para entender los lacerantes que fueron aquellos años para aquel que justicieramente los dominicanos consideramos como apóstol de la educación.
Sobre este particular dice Pelegrin Castillo en un artículo publicado en el periódico El Nuevo Régimen, lo que sigue:
“Se pierde de vista la doctrina para atacar al apóstol, se combate la obra de bien porque el iniciador no es persona grata a ciertos hombres que, como el perro del hortelano, ni hacen ni dejan hacer. (…). De ahí, que la lucha no sea de doctrinas ni de ideas; de ahí que se ataquen personalidades, y se eche mano de armas indignas de ser blandidas por quienes se precian de caballeros; de ahí que haya gentes sencillas que, engañadas, se oponen a la reforma escolar que realizadas, daría a sus hijos útil y fecunda enseñanza, y los prepararía para entrar en combate de la vida armado con armas de bien y de verdad. ¿Cómo se explica que los mismos que aparentan temer más la perdida de la nacionalidad dominicana por la absorción yankee, combatan la reforma radical de la enseñanza pública y su civilización?”.
El 10 de julio, a casi un mes de presentado el proyecto de ley, Hostos escribió a la Sociedad Amigos del Estudio, observándole que se mantuvieran firmes en los objetivos del restablecimiento de los principios normalistas y diciéndole: “Tengo la necesidad de recordarles los principios fundamentales en que se basa nuestra doctrina y el deber de preservarlos contra asechanzas que pueden malograr la noble confianza que han tenido ustedes” ; recordándoles los nuevos principios del normalismo, que tenían relación con el desarrollo graduado de la población por medio de las colonias agrícolas y febriles, aumento y mejoramiento de la producción agrícola para el mercado, establecimiento de ferias urbanas, mercados fronterizos, certámenes regionales y exposiciones agrícolas.
En cuanto a lo pedagógico, el educador insistía en la enseñanza organizada lejos de la influencia del Estado, escuelas laicas, aprendizaje compulsivo, y la obligatoriedad del Estado y de los Ayuntamientos con la enseñanza pública, destacando que en los asuntos religiosos y morales sus seguidores tenían que ser tolerantes.
En su afán por reformar la educación y a través de ella la sociedad, Hostos convocó en 1901 a sus discípulos para “secundar el victorioso esfuerzo de la nueva normal, contribuyendo con la enseñanza nocturna, las conferencias y el favorecimiento de actos de cultura, al arraigamiento de la doctrina del trabajo, educación, libertad, tolerancia y orden”, desechando la calumnia que, acechando en dondequiera al normalismo, lo denuncia, ahora como partido político, para así debilitarlo”.
Los discípulos defendieron al Maestro
Por las notas que hemos ido insertando se entenderá que la batalla fue terrible. Los sectores que antes los criticaron y negaron su condición de dominicano ahora rechazaban sus planes para encauzar la educación dominicana. Entonces se le acusó de introducir cambios inmorales en la sociedad dominicana.
Los ataques fueron implacables a partir del momento en que dos de sus discípulos introdujeran en el Congreso el proyecto de ley para reformular el sistema educativo. Nuevamente fue acusado de promover proyectos educativos materialistas y ateos, y llegaron a decir de él, como lo hizo el diputado-sacerdote Rafael Castellanos, que las ideas del Maestro tenían efectos que mortificaban a los pueblos, los llevaban al socialismo, al anarquismo y al nihilismo, y le prepara el ánimo a la población para “si llegara el momento de las grandes injusticias y de los atropellos de la fuerza, imitemos a nuestros vecinos recibiendo a los invasores al grito de “vivan los conquistadores”. Nada más injusto contra este luchador por la independencia y soberanía de los pueblos de la región caribeña.
El 15 de abril de 1901, Fernando Arturo de Meriño, principal autoridad de la Iglesia Católica, se dirigió por circular a toda la feligresía, denunciando ante ellos lo que él entendía era un atropello para el orden y las libertades del país, explicando lo que sigue:
“El empeño de la impiedad, favorecido por las circunstancias, es ahogar en el pueblo el sentimiento religioso so pretexto de libertad de conciencia y de otras libertades que no son sino funesto desenfreno para atropellar todo orden, todo respeto y hundir la sociedad en un abismo de males”.
“Vosotros sabéis que se quiere embaucar al pueblo cacareando instrucción pública; pero sin religión, sin la enseñanza tampoco de esa sublime moral que ha sido del Cristo acá la que realmente ha tenido una virtud verdaderamente educadora, dignificando los sentimientos del individuo, de la familia, de la sociedad y de los Estados; (…). “Que la Iglesia es enemiga de la instrucción! Sí lo es de esa que hincha y mata: jamás lo ha sido de la que eleva ennobleciendo al hombre. (…). Ya querría el charlatanismo de los seudocientíficos que levantan figura, especialmente aquí, tener siquiera los reflejos de la brillante aureola de sabiduría que esplende en muchos eclesiásticos y seglares que con ellos se han formados”.
“A propósito, pues, venerables hermanos, protegemos las dos especiales publicaciones católicas que, con la ayuda de Dios, hemos logrado ver ya tomar sitio en el palenque de la prensa nacional, y El Porvenir de Puerto Plata, que siempre ha sostenido las sanas doctrinas, y El Republicano, que ha sentado en su programa laudables principios en pro de la enseñanza religiosa, hay para alentarnos. Así os recomendamos dichos periódicos que debéis favorecéis en cuanto os sea posible, especialmente los dos primeros que comienzan, por deciros así, a darse a conocer, y los cuales desearíamos que se propagasen penetrando en todos los hogares”.
Posteriormente, el 15 de junio, el Arzobispo Meriño volvió a insistir contra los planes de los normalistas. Esta vez a través de una carta pastoral “relativa a las doctrinas racionalistas”, criticó abiertamente la Escuela Normal motivando a que el sacerdote Adolfo Alejandro Nouel, el 25 de julio, escribiera una “composición literaria” que publicó en el Boletín Eclesiástico y en la que decía, en tono muy grave y amenazante, lo que sigue:
“La doctrina materialista atea, la divinización de la humana inteligencia, y las teorías del dios-conciencia y del dios-humanidad, de que se han jactado los impíos reformadores (…), tuvieron entre nosotros algunos aunque pocos y disfrazados sostenedores. (…) para hacer germinar en nuestro país la planta exótica; y so pretexto de novedad, se repitieron en las aulas las añejas impiedades (…) y bajo el nombre de “moral social” volvieron a publicarse una vez más por medio de la prensa las falsedades, las injurias, los insultos y los anatemas contra el Cristianismo, y muy en particularmente contra nuestra santa fe católica”.
El sacerdote se refirió también a los seguidores de Hostos llamándolos “extraños fabricadores de conciencias”. En la referida carta pastoral, Nouel le observaba a las autoridades del país, a “los que rigen hoy los destinos de la Republica”, refiriéndose al presidente Juan Isidro Jimenes, para que “le eviten a la Patria la última de sus desgracias, la cual sería, sin duda alguna, un conflicto político-religioso, tan sin provecho para nadie, de tan funestas consecuencias para todos, y mucho más en los momentos actuales en que todo buen dominicano debe poner sus actividades y energías de cualquier orden social que sean, al servicio de la paz y del bienestar de la Republica”.
El debate en torno al restablecimiento de la “escuela hostosiana” se prolongó durante largos meses. Las posiciones más persistentes enfrentaban en la prensa al sacerdote-diputado Rafael Castellanos, Francisco Javier Amiama, Manuel de Jesús de Peña y Reynoso, Salvador Cucurullo, Rosa Smester, y Alejandro A. Nouel contra los normalistas Rafael Justino Castillo, José Debeau, Pelegrín Castillo, Américo Lugo, Emilio Prud’Homme, Félix Evaristo Mejía, José Lamarche, y Federico Henríquez y Carvajal.
Los primeros se expresan a través del periódico El Porvenir de Puerto Plata, el Boletín Eclesiástico, el periódico La Lucha, El Republicano y el periódico El Dominicano, mientras que los hostosianos defendían al Maestro desde El Nuevo Régimen, El Normalismo, y El Mensajero.
Como parte de la polémica en el Congreso, el cura Castellanos publicó un opúsculo (1901), en el que recogió los argumentos con los que se opuso al proyecto de reforma educacional introducido por Hostos en el Congreso, el 10 de Junio de 1901, Alegando en su texto que Hostos no tenía “calidad ninguna para dirigirse en el ejercicio de sus funciones al Congreso” y que el Congreso no tenía que recibir lecciones de “tal maestro” porque los representantes del pueblo no se consideran sus discípulos. Le negó la condición de dominicano reivindicada por Hostos, argumentando que si el proyecto fue redactado por él, entonces “tendríamos que hasta los extranjeros (como en este caso) gozarían del derecho de iniciativa en la formación de las leyes”.
En sus diatribas contra el citado texto de ley, lo identificaba con una iniciativa intervencionista a la que llamaba “la nueva improvement” o “Improvement nacional”, explicando además, que este había caído mal en la opinión pública y era desaprobado por el pueblo.
En cuanto a la educación de la mujer, el cura-diputado reclamó a los normalistas una rectificación de sus planteamientos, pues él decía no entender, que no era posible, “ni puede serlo en buena pedagogía, que no haya distinción alguna entre la educación del hombre y la de aquella. (…). La mujer necesita principalmente que la forme con todos los conocimientos necesarios para estar en buena sociedad y para funcionar como hija, esposa o madre en la casa; (…).
“No basta la Normal para la mujer—decía el sacerdote-diputado—; deben establecerse antes que ésta dos escuelas más necesarias aún, que deben aumentarse con empeño: Escuela de aprendizaje, o sea una escuela de servicio doméstico, arte culinario, lavado, planchado, cuidado de niños; escuelas cuyas ventajas no deben ocultarse a nadie; (…), mostrando competencia en el servicio doméstico, en el manejo de una casa de familia (…). Porque eso de pretender que toda las mujeres sean maestras o literatas, es olvidar que su principal esfera de acción es el hogar; y que antes de distinguirse como escritora o como institutriz, debe descollar como buena hija, como esposa completa y como madre competente en el dominio casero”. Sobre esto, creo que no hay necesidad de hacer ningún comentario.
Rafael Castellanos acusó el proyecto de Hostos de favorecer a los “más acomodados, dejando sin luz a los pobres, a los desheredados de la fortuna” y acusó a sus defensores de ser imitadores de los Estados Unidos y de promover “una civilización materialista” y una “instrucción atea”, en “la que la enseñanza sin Dios no hace otra cosa que causar males y perturbaciones siempre desastrosas”.
Criticaba que en el proyecto se le diera preferencia al “idioma inglés, a la Constitución Americana y a determinados oradores de la patria de Washington: “porque no parece—dice él—sino que se quieren despertar grandes y fuertes simpatías por el águila del Norte; lo cual es peligrosísimo en naciones de poca población. (…)”. Porque se desea “que los alumnos crezcan amando a los americanos, hablando con preferencia el inglés, admirando sus instituciones, aprendiendo obligatoriamente la Constitución Americana, con exclusión de la –Dominicana, y saboreando solamente (…) oradores políticos norteamericanos”.
Ante el empuje de los sectores conservadores que se oponían al renacimiento de la Escuela Normal, los seguidores de Hostos publicaron una carta con 177 firmas entre los que se destacaban Américo Lugo, Federico Henríquez y Carvajal, Emilio Prud’Homme, Pelegrin Castillo, Rafael Justino Castillo, Horacio V. Vicioso, Miguel Ángel Garrido y Enrique Deschamps.
La polémica en torno a la referida Ley de Instrucción fue tan encendida, y así aparece registrado en un artículo titulado “Barbarie”, aparecido en el periódico El Nuevo Régimen del 30 de junio 1901, que se dio el caso de que en algunos pueblos del Cibao se realizaron manifestaciones públicas organizadas por la Iglesia, mientras que en la ciudad de Santo Domingo un grupo opuesto a la reforma educativa, encabezado por Francisco Javier Amiama, agredió físicamentea Rafael Justino Castillo, mientras que un militar que estaba presente utilizó su arma de reglamento con la que fracturó un brazo a uno de los discípulos de Hostos. Además, de que varios jóvenes hostosianos fueron encarcelados y sometidos a la justicia.
Las reformas del decreto-ley de 1902
Después del largo debate en el Congreso y la prensa, las reformas quedaron en suspenso, toda vez que las fuerzas que se oponían a proyecto de ley de “la nueva escuela”, lograron entorpecer su aprobación, a través de la amenaza en la que se indicaba un peligroso conflicto “político-religioso”; además de que en el partido de gobierno, que tenía a Juan Isidro Jimenes como presidente y al general Horacio Vásquez como su vicepresidente, se profundizaron las contradicciones entre los dos líderes. El enfrentamiento partidario fue llevado hasta el Congreso, desembocando la situación política en el derrocamiento del presidente Jimenes, en abril de 1902.
Establecido el nuevo gobierno ahora encabezado por el general Horacio Vásquez,la situación fue propicia para que los seguidores de Hostos impulsaran la reforma educativa, pues varios funcionarios, entre ellos Rafael Justino Castillo, Casimiro Castillo, José Francisco Guzmán, y José María Cabral “pertenecían a la generación del 99”,y “aspiraban a implantar los principios hostosianos”.José María Cabral Báez, el nuevo ministro de Justicia e Instrucción Pública que sustituyo al Maestro, “inspirado por Hostos, hizo promulgar una nueva Ley de Instrucción” que devolviósu nombre a la Escuela Normal.
El mecanismo jurídico que permitió que el presidente Horacio Vásquez dispusiera mediante decisión del Poder Ejecutivo producir los cambios en el sistema educativo dominicano, no está totalmente claro,pues a través del decreto 4275 del 12 de julio de 1902, el Gobierno Provisional estableció la Dirección de Enseñanza Normal, y puso en vigencia nuevamente la Ley General de Estudios de 1884.Por otro lado, el decreto del presidente Horacio Vásquez dejó muy claro que el proyecto de ley presentado por Hostos en 1901 no se había aprobado en el congreso; además de la “imposibilidad de llevar a cabo por el momento las numerosas reformas que entrañaba el referido Proyecto de Ley, en el caso de que hubiera sido aprobado por el Congreso.
Por esa razón, la disposición presidencial se convirtió en un decreto-ley, pues además de crear la Dirección General de Enseñanza Normal, también puso en vigencia, a través del artículo 8 la referida ley educativa de 1884, con algunas modificaciones:
Se creó la Dirección General de Enseñanza Normal, para ejercer la vigilancia de la enseñanza normalista y dictar las disposiciones concernientes al progreso pedagógico. Se suprimieronlos colegios centrales de Santo domingo y Santiago, siendo el primero reemplazado por una Escuela de Maestros de Enseñanza elemental y secundaria, y una Escuela de Bachilleres.
La ley General de Enseñanza Publica estableció que todas las Escuelas Superiores de La Vega, Puerto Plata, Azua y San Pedro de Macorís, quedaban convertidas en Escuelas Normales de Enseñanza Elemental, y fue declarada la “enseñanza libre” en todo el territorio de la Republica Dominicana, dejándole a los particulares que así lo desearen y fueran aptos, la libertad de fundar establecimientos docentes con el fin de practicarla, por lo que a partir de ese momento el país contaría de manera formal con escuelas públicas y particulares; pero aclarando que en todos los planteles públicos el “método de enseñanza seria uniforme (…), en cuanto a textos, distribución de materias en los cursos, disciplina y reglamentación.
Estos establecimientos comprendidos en la ley serian: las Escuelas Primarias, de que la que formarían parte las de párvulos y las nocturnas de artesanos, así como las Escuelas Superiores, Preparatorias, de Artes y Oficios, las Escuelas Normales, de Bachilleres, el Seminario Conciliar, y el Instituto Profesional.
En estas escuelas, se prohibió de manera determinante el castigo corporal y se establecieron normas para las sanciones a los estudiantes, en las que se dejaba establecido que “solo podrán imponerse en los establecimientos públicos de enseñanza los castigos siguientes: Represión: permanecer de pie en la clase. Privación de recreo. Recargo en las lecciones, copiar las lecciones no aprendidas, retención en el local de las clases, el despido de la clase de alumnos durante una lección y la expulsión definitiva cuando fuera necesaria, previo estudios de los casos.
Al parecer, como una forma de complacer al sector educativo controlado por la Iglesia, se dejó constituida una Dirección general de enseñanza para las escuelas públicas, formada con una Junta Superior Directiva de Estudios, integrada por el Ministro de Instrucción Pública, el prelado Arquidiócesesano, y tres miembros en representación del Poder Ejecutivo.
La nueva ley incluye aspectos relacionados con las escuelas primearías elementales, las escuelas superiores, las escuelas normales, la de bachilleres, el Seminario Conciliar y el Instituto Profesional. De todas ellas, con excepción del Seminario, fueron excluidas las asignaturas relacionadas con la religión y la moral cristiana y se reestablecieron las relativas a la moral social, economía política, historia y geografía.
El proceso de reforma educativa impulsada por Eugenio María de Hostos no puede ser estudiado al margen de los cambios en la instrucción pública de manera desarticulada.
Se hace necesario retomar el estudio de la legislación de 1880, 1884, y 1885, además de las profundas modificaciones de 1895 y las realizadas en 1899;revisar y hacer estudios comparativos de las modificaciones realizadas por los gobiernos en 1902, y las que fueron introducidos posterior al fallecimiento de Hostos en 1903, en especial lasimplantadas en 1914, por Arístides Fiallo Cabral con el establecimiento del Código Orgánico y Reglamentario de Educación Común, que permaneció vigente hasta 1917.
(Bibliografía consultada: (1) Discurso de E.M. de Hostos, el 28 de septiembre de 1884. En Hostos en Santo Domingo, de E. Rodríguez Demorizi. Santo Domingo, Imprenta Vida García, 1939, pp. 145-146; (2) Luis F. Mejida, De Lilis a Trujillo, Santo Domingo, (Caracas 1944).Sociedad Dominicana de Bibliófilos, 2003, p. 299; (3) Rafael C. Castellanos. Informe acerca de la reforma educacional iniciada por Don Eugenio María de Hostos presentada al congreso nacional el 10 de junio de 1901. Santo Domingo, Imprenta de García Hermanos, 1901. Pp.6 y8; (4) Una comunicación de Fernando A de Merino al Clero y Arzobispado. Boletín Eclesiástico, año 2, no. 29, 1 de octubre 1885; (5) Fernando Arturo de Merino. Circular del 15 de abril de 1901. Boletín Eclesiástico No. 765, 20 de abril 1901; (6) Alejandro A. Nouel, Obras de Monseñor Nouel. Santo Domingo, s.p.i; (7) El Nuevo Régimen, 16 de junio 1901; (8) Decreto 4275 del Gobierno Provisional estableció la Dirección de Enseñanza Normal y Ley General de Estudios Gaceta Oficial, No. 1456, del 12 de julio 1902).
Fuente: acento.com.do
Cronología De Eugenio María De Hostos
11/01/2023
1839 – Nace el 11 de enero, en el barrio Río Cañas de Mayagüez, Puerto Rico.
Sus padres, don Eugenio María de Hostos y doña Hilaria de Bonilla y Cintrón.
1847 – Instrucción primaria en el Liceo de San Juan en Mayagüez.
1848 – Obtiene premio como el mejor estudiante en aritmética en el Liceo de San Juan.
1852 – Empieza su bachillerato en el Instituto de Segunda Enseñanza de Bilbao,
España.
1855 – Termina el cuarto año de Latinidad en el el Seminario de San Ildefonso en San
Juan, Puerto Rico y pasa a Bilbao.
1858 – Ingresa en las Facultades de Derecho y Filosofía y Letras de la Universidad
Central de Madrid , en la cual es discípulo de don Julián Sanz del Río.
1859 – Pasa a Puerto Rico. Regresa a España.
1860 – Inicia sus estudios de derecho en la Universidad Central de Madrid.
1862 – Muere en Madrid doña Hilaria de Bonilla y Cintrón, madre de Hostos.
Pasa a Puerto Rico.
1863 – Regresa a España. Escribe La peregrinación de Bayoán.
Miembro de la Sociedad Abolicionista de la Esclavitud y del Ateneo de Madrid.
1865 – Escribe una carta al periódico La Iberia en que se refiere a los sangrientos
sucesos estudiantiles de la Noche de San Daniel, ocurridos en Madrid.
1866 – Continúa en Madrid su campaña por la independencia de Puerto Rico.
1868 – Llega a Barcelona y París y realiza esfuerzos a favor de la República española.
Después del triunfo de los republicanos españoles, rechaza la oferta de ser
gobernador de Barcelona.
El 20 de diciembre pronuncia en el Ateneo de Madrid su célebre discurso contra
el Régimen colonial español en América.
1869 – Recomendado por el Partido Liberal de Puerto Rico como candidato a cortes por
Mayagüez.
Se entrevista con el General Serrano, Presidente del Gobierno Provisional,
Pidiendo autonomía para las Antillas.
Parte a Nueva York.
Primer encuentro con el doctor Ramón Emeterio Betances.
Continúa su propaganda a favor de la independencia de Cuba y Puerto Rico.
1870 – Miembro del Club de Artesanos de la Sociedad de Instrucción, de la Liga de
Independientes, de la Sociedad de Auxilios a los cubanos.
Colabora en el periódico La Revolución.
Sale para Sur América y visita Cartagena (Colombia), Panamá, El Callao y Lima
(Peru).
Fundador de la Sociedad de Inmigración Antillana en Cartagena.
1871 – Vive un año en Lima donde funda con un peruano el periódico La Patria, y crea la
Sociedad de Auxilios para Cuba y la de Amantes de Saber.
En diciembre llega a Chile.
1872 – Socio de la Academia de Bellas Letras de Santiago de Chile.
Funda la Sociedad de Auxilios para Cuba.
Recibe primer premio por su Memoria de la Exposición Nacional de Artes
e Industrias , y publica la Biografía Crítica de Plácido.
1873 – Se publican sus conferencias sobre “La Educación Científica de la Mujer,”
el Ensayo Crítico sobre Hamlet, la segunda edición de La peregrinación de
Bayoán.
Sale de Valparaíso para Buenos Aires.
Es miembro honorario de la Sociedad Fraternal Boliviana.
Funda la Sociedad de Auxilios para Cuba.
1874 – José Manuel Estrada le ofrece la Cátedra de Filosofía o la de Literatura en la
Universidad de Buenos Aires, la cual Hostos declina.
Visita Brazil; de Rio de Janeiro sale hacia Nueva York pasando por Saint
Thomas.
En Nueva York publica en La América Ilustrada.
Continua su campaña a favor de la independencia de Cuba y Puerto Rico.
1875 – Sale del Puerto de Boston en compañia del General Aguilera en expedición
armada hacia Cuba.
Regresa al puerto de Boston después del fracaso de la misma.
Se establece en Puerto Plata, República Dominicana, donde funda y dirige los
periódicos Las Tres Antillas y Los Antillanos y colabora en Las Dos Antillas.
El Club Cubano de Puerto Plata le nombre socio honorario y le comisiona ante
los gobiernos de Venezuela y Colombia.
1876 – Funda la sociedad La Educadora.
Vocal de la sociedad patriótica, La Liga de la Paz.
Sale de Puerto Plata hacia Nueva York, donde redacta el “Programa de la Liga de
los Independientes.”
Se va a Venezuela y se inicia en la labor pedagógica.
1877 – Contrae matrimonio en Venezuela con doña Belinda Otilia de Ayala Quintana,
natural de la Habana.
Director de colegios en la isla Margarita y en Puerto Cabello.
1878 – El 6 de junio pasa a Puerto Rico pero no desembarca.
Se traslada a Saint Thomas, donde permanence por una temporada.
Pasa a Santo Domingo y de alli, en septiembre, a Puerto Rico donde
permanence hasta marzo de 1879.
1879-1888 Vive y trabaja en la República Dominicana.
1879 – Llega a Santo Domingo e inicia su labor educativa y cívica.
Nace su primer hijo, Eugenio Carlos.
1880 – Funda y dirige la primera Escuela Normal del país.
Desempeña en la Normal y en el Instituto Profesional las cátedras de los tres
derechos: constitucional, internacional y penal.
1881 – Funda la Escuela Normal de Santiago de los Caballeros, República Dominicana.
Publica el opúsculo: Los frutos de la Normal (exposición de pedagogía práctico
-científico escrita por encargo del gobierno dominicano.
En marzo, nace su hija Luisa Amelia.
1882 – Viaja por el interior de la República Dominicana. (San Cristóbal, Baní y Azua)
Nace su hijo Bayoán Lautaro.
1883 – Inaugura la cátedra de Economía Política en el Instituto Profesional.
Dicta a sus alumnus las lecciones de sociología que mas tarde formarán parte
del Tratado de Sociología.
1884 – En septiembre se efectua la investidura de los primeros maestros normalistas.
Pronuncia un memorable discurso, que se publicó con el título de “Apología de la
Verdad.”
1885 – Llega a Santo Domingo el General Máximo Gómez.
Hostos le da la bienvenida a nombre de la juventud capitaleña.
Participa como delegado de Chile en el Congreso Histórico de Colón, reunido en
Santo Domingo.
El Presidente chileno, Domingo Santamaría le extiende invitación, que Hostos
declina, para que colabore en la educación pública de ese país.
1886 – En febrero se realiza la investidura del segundo grupo de maestros normalistas.
1887 – Socio correspondiente del Ateneo de Lima.
Publica en Santo Domingo sus Lecciones de Derecho Constitucional.
Nace su hijo, Adolfo José.
Se gradúan las primeras maestros normalistas, alumnas del Instituto de
Señoritas, dirigido por Salomé Ureña de Henríquez.
1888 – Miembro del Congreso juriídico internacional de Lisboa.
Miembro honorario de la Sociedad de Estudios, Santo Domingo.
En agosto, funda en Santo Domingo la Escuela Nocturna para la clase obrera.
Publica en Santo Domingo su obra Moral Social.
Llamado por el gobierno de Chile para trabajar en la reforma de la enseñanza.
El 18 de diciembre parte para Chile, por vía de Curazao y Panamá.
Le acompañan su esposa y sus hijos Eugenio Carlos, Luisa Amelia, Bayoán y
Adolfo, nacidos en Santo Domingo.
1889-1898 Vive y trabaja en Chile
1889 – Llega a Valparaíso, Chile.
Es nombrado Rector del Liceo de Chillán, puesto que ocupa hasta 1890.
Escribe Reforma de la enseñanza en Chile y Reforma del plan de estudios de la
Facultad de Leyes en Santiago de Chile.
Presidente honorario de la Academia Carrasco Albano, Chillán.
Collaborates with Valentín Letelier and Julio Bañados Espinosa en el libro
La reforma de la enseñanza del Derecho.
1890 – Dirige el Liceo Miguel Luís Amunátegui de Santiago de Chile hasta 1898.
Escribe su Gramática General.
Recibe voto de gracias de la sociedad dominicana por su labor educativa en
Santo Domingo.
Primer premio en el “Certamen Varela” del Club del Progreso, de Santiago, por su
trabajo, Descentralización Administrativa.
Profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Chile.
Director del Congreso Pedagógico de Chile y del Ateneo de Santiago.
Nace su hijo Filipo Luís Duarte.
1891 – Co-fundador de la Société Scientifique du Chili, en Santiago.
Escribe: Crisis constitucional de Chile.
1892 – Miembro honorario de la Academia Literaria Diego Barros Arana, en Santiago.
1893 – Confecciona programas de castellano, historia y geografia.
Escribe un estudio sobre Manuel Antonio Matta.
1894 – Director del Congreso Científico de Chile.
Escribe su Ensayo sobre la historia de la lengua castellana y la Historia de la
civilizacion antigua.
1895 – Director del Centro de Profesores de Chile.
Socio correspondiente del Centro Propagandista Cubano Martí, de Caracas.
Agente de la Junta del Partido Revolucionario de Cuba y Puerto Rico de Nueva
York, en Santiago. (1895-98)
Hijo adoptivo del Ayuntamiento de Santiago.
1896 – Director de la Sociedad Unión Americana (pro Cuba) en Santiago.
El 14 de febrero nace su hija María Angelina.
1897 – Miembro honorario de la Academia Literaria La Ilustración.
Inicia la serie de Cartas Públicas acerca de Cuba, publicadas en la prensa de
Chile y de la República Dominicana.
1898 – Renuncia el rectorado del Liceo Amunátegui y a sus cátedras y tareas
periodísticas y se embarca para Nueva York a continuar su apostolado por la
independencia de Puerto Rico.
Acepta comisión del gobierno de Chile para estudiar los Institutos de Psicología
Experimental de los Estados Unidos de América, y embarca en Valparaíso con
rumbo a Panamá.
Llega a Caracas y sale para Nueva York comisionado por las emigraciones
cubana y puertorriqueña de Colombia y Venezuela.
En Nueva York funda la Liga de Patriotas, de la cual es nombrado presidente.
Llega a Puerto Rico, funda en Juana Díaz el Primer Capítulo de la Liga de
Patriotas Y el Instituto Municipal.
Se le designa en comisión a Washington junto a Julio Henna, Manuel Zeno
Gandía y Rafael del Valle.
1899 – Entrevista histórica con el presidente MacKinley en compañía de Henna y Zeno
Gandía, en la que tuvo la sensación de que nada se había conseguido para su
país.
Regresa a Puerto Rico, donde promueve juntas municipales y sostiene la idea del
plebiscito sobre la suerte futura de la isla.
Funda en Mayagüez el Instituto Municipal.
El gobierno dominicano le llama a reoganizar le enseñanza pública en ese país.
1900 – Vuelve a Santo Domingo en compañía de su familia y es nombrado Inspector
General de Enseñanza Pública.
Se entrega por completo a las tareas docentes y a la preparación de proyectos
de ley de instrucción pública en todos sus aspectos.
Escribe los programas para las escuelas normales.
1901 – Dicta a sus discípulos lecciones sobre sociología que se publican como Tratado
de socioloíia.
1902 – Es nombrado Director General de Enseñanza.
Desempeña a la vez la Dirección de la Escuela Normal de Santo Domingo.
1903 – Fallece el 11 de agosto en su residencia de Las Marías, Santo Domingo,
República Dominicana, en donde aún reposan sus restos en el Panteón Nacional.
Fuentes: Cronología preparada por el Instituto de Estudios Hostosianos, 1995.
Hostos, Eugenio María de. America: The Struggle for Freedom.
San Juan, P.R. : [New York]: Río Piedras: Office of Cultural Development of the City of San Juan; City University of New York; Institute of Hostosian Studies Of the University of Puerto Rico, 1992.
Hostos, Eugenio María de. América, la lucha por la libertad.
San Juan : Ediciones Compromiso, 1988.
Hostos : Imágenes de Hostos a través del tiempo : exposición itinerante en
conmemoración del ciento cincuenta aniversario de su natalicio :
Museo de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, 26
de febrero al 31 de marzo de 1988.
José A. Díaz, recopilador/traductor, otoño 2003