Papa Francisco

Azorín fue el seudónimo con el que publicó muchas obras y el nombre bajo el cual se recuerda a José Ruiz Martínez, nacido en Alicante, España, en 1873 y fallecido en 1967.

A Azorín se debe el término «Generación del 98», grupo al cual perteneció al lado de escritores como Miguel de Unamuno y José Ortega y Gasset, después de incursionar en el anarquismo y la izquierda en su juventud. De su obra, bastante extensa, se puede destacar Castilla, una colección de ensayos y cuentos que retrata agudamente diferentes aspectos de la cultura y del paisaje castellano.
Otros trabajos importantes son las novelas La Voluntad (1902), obra en la cual nació su seudónimo Antonio Azorín, Don Juan (1922) y Doña Inés.

La obra de Azorín se caracteriza por su heterogeneidad y, en algunos casos, por su carácter intergenérico, lo cual hace difícil clasificar algunos de sus escritos. Azorín era un profundo amante de la cultura y literatura de Francia, y, a diferencia de muchos de sus contemporáneos, más inclinado hacia la tradición del siglo XIX que hacia los clásicos españoles.

En este trabajo, Azorín presenta — a veces un poco en solfa, pero en general bastante en serio — los sanos 47 consejos que, según él, todo político debería seguir. Es muy posible que con varias de estas recomendaciones incluso Maquiavelo hubiera estado de acuerdo. En todo caso, no hay duda de que a más de un político actual le aprovecharían. Y mucho.

Capitulo I (Tomado de su libro el politico)

I. HA DE TENER FORTALEZA (Tomado de su libroel politico)
La primera condición de un hombre de Estado es la fortaleza. Su cuerpo ha ser
sano y fuerte. El tráfago de los negocios públicos requiere ir de un lado para otro,
recibir gente, conversar con unos y con otros, leer cartas, contestarlas, hablar en
público, pensar en los negocios del Gobierno. Y sobre todo esto, se requiere una
naturaleza muy firme, muy segura, para no dejarse aplanar en aquellos momentos
críticos de amargura, en que nuestros planes y esperanzas se frustran.

Sea el político mañanero; acuéstese temprano. Tenga algo en su persona de
labriego; este contraste entre la simplicidad, la tosquedad de sus costumbres y la
sutilidad del pensamiento servirá para realzarle. Ha de comer poco también; sea
frugal; tenga presente que no es el mucho comer lo que aprovecha, sino el bien
digerir. En sus comidas tome espacio y sosiego; coma lentamente, como si no
tuviera prisa por nada.
Para estar sano y conservar la fortaleza ha de amar el campo; siempre que pueda
húrtese a los ciudadanos de la Corte o del Gobierno, y vaya a airearse a la

campiña. Ame las montañas; suba a ellas; contemple desde arriba los vastos
panoramas del campo. Mézclese en la vida menuda de los labriegos y aprenda en
ella las necesidades, dolores y ansias de la nación toda.

Fecha de Edición Madrid
1908 Edución
electrónica: Buenos Aires 2005
INDICE:

EL POLÍTICO…

I. Ha de tener fortaleza
II .Arte en el vestir
III. No Prodigarse
IV. Tenga la virtud de la eubolia
V. Sepa desentenderse
VI. Remediar la inadvertencia
VII. No tener impaciencia
VIII. Conservarse en el fiel
IX. Desdén para el elogio
X. Conozca a las gentes que le rodean
XI. Acepte con sencillez las distinciones
XII. Las contradicciones
XIII. No prestarse a la exhibición
XIV. Esté impasible ante el ataque
XV. El derecho y la fuerza
XVI. El león y la vulpeja
XVII. Los canes y la vulpeja
XVIII. Gracían y la vulpeja
XIX. Saavedra Fajardo y la vulpeja
XX. Feijoo se ríe de los canes
XXI. Manera de insinuarse
XXII. Tener algún rasgo
XXIII. Serenidad en la desgracia
XXIV. Espíritu y fervor
XXV. Acordarse del capelo de Lerma
XXVI. Fingir conformidad
XXVII. Innovador dentro del orden